Bodega Favretto: 75 años de tadición reginense

Estamos viviendo el tiempo de la vendimia, cuando se recolecta el fruto, resultado del trabajo y esfuerzo de un año completo. Uvas que se convertirán, luego de un largo y meticuloso proceso, en la bebida espiritual que acompaña los lindos momentos que tiene la vida.

Para disfrutar la celebración de la vid, nos trasladamos a la localidad rionegrina de Villa Regina. Allí, Bodegas Favretto lleva celebradas más de setenta vendimias. No obstante, Gustavo Favretto, encargado de la bodega y nieto del fundador Ferruccio Fravretto, nos confiesa que ‘todas las vendimias se viven como la primera’.

Y en una amena charla, Gustavo nos habló de su emprendimiento bodeguero que lleva ya tres generaciones.

¿ Cuáles son las variedades más tempranas para cosechar ?

Comenzamos con las variedades sauvignon Blanc y pinot noir, que ya metimos en las bodegas y ahora comenzamos a hacer los descubes, que es el proceso de sacar el vino del mosto, las semillas y la piel.

¿Qué varietales producen y cuál se da mejor en la zona ?

En la zona se da mejor el pinot noirt y el merlot

Los varietales que producimos son sauvignon blanc, pinot noir, merlot, malbec, cabernet franc y syirah. En la zona se da mejor el pinot noirt y el merlot. Hace unos años en la localidad de Mainqué el vino de una bodega fue elegido como el mejor del mundo, eso ayudó mucho a instalar la marca. Fue un evento muy importante, porque nos distingue a todos en la zona.

¿Cuánto dura la época de vendimia?

En un año normal dura aproximadamente dos meses. Este año nos castigaron las heladas hasta el 31 de noviembre, lo que generó una merma importante en las cosechas… de hasta un 50 por ciento. Esto conlleva un aumento del precio en el kilo de uva y el consecuente impacto en el precio del vino.

La bodega cuenta con 30 hectáreas propias y además compramos la producción a productores de la zona que va desde Valle Azul hasta Mainqué. Esto también incide en la duración.

¿Cómo se cosecha?

La cosecha se realiza a mano. Siempre con gente de la zona, que ya conoce el oficio. El trabajo de recolección consta de una persona por fila provista de una tijera y una gamela y así va llenando los bines.

¿Qué característica tiene la producción de la bodega?

Es una costumbre y tradición de nuestros clientes de la zona: la producción de vino en damajuana.

Logramos mantener durante estos 75 años lo que para nosotros ya es una costumbre y tradición de nuestros clientes de la zona: la producción de vino en damajuana. Tratamos de resistir y mantener esto que nos caracteriza. Nuestra producción esta compuesta por un 80 por ciento de vinos jóvenes que se envasan en damajuana y un 20 por ciento, en vinos de guarda, que pasan por barrica. Son de media y alta gama y se envasan en botellas de tres cuartos.

¿Cómo ves al vino local con respecto a otras zonas ?

La gente cree que en la damajuana va ‘uva mala’ y, en realidad, usamos uva fina

La calidad del vino rionegrino y patagónico mejoró mucho con respecto a años pasados. Ya no hay más uvas genéricas… las que se utilizan para hacer los vinos comunes, como la criolla o la “loca blanca”. Que son variedades que dan cantidad de litros pero no calidad. El valle se ha reconvertido y en la actualidad predominan las variedades de uva finas. Habitualmente la gente cree que en la damajuana va ‘uva mala’ y, en realidad, usamos uva fina. El noventa por ciento es merlot.

¿Cuáles son las ventajas de la zona con respecto a otras ?

La diferencia en la zona, con respecto a otras partes del país, es fundamentalmente la tierra y la calidad y abundancia de agua. Amigos bodegueros de otras partes del país, no creen que acá tengamos 40 grados de temperatura y que luego a la noche refresque. Esa amplitud térmica es la que hace madurar bien al granito de uva. En Río Negro somos bodegas familiares, a diferencia de otras provincias, que son empresarios que ingresan en la vitivinicultura, y han hecho cosas muy buenas, pero vamos por carriles distintos.

Historia de la bodega Favretto

En 1927, con apenas diecinueve años, Ferruccio Favretto emprendió, desde el puerto de Génova, su viaje a América. Descendió en el puerto de Buenos Aires, luego el joven se trasladó al Alto Valle.

El primer trabajo de Ferruccio fue como obrero en el trazado de los canales primarios y secundarios que irrigarían el valle. El cavado era una tarea rudimentaria y sacrificada, la labor era a pico y pala. Y el clima no era un aliado. Al existir escasa forestación, los fuertes vientos anulaban completamente la tarea que se había realizado el día anterior.

Sin embargo, el joven Faerruccio eligió esa tierra para afincarse. Un territorio inhóspito, caracterizado por la inmensidad del desierto, la tierra suelta, seca y volátil. No había árboles, sólo matorrales y lomas desparramadas en la vasta extensión, sin refugios, donde el sol castigaba fuerte. Muy diferente a su Italia natal.

Al poco tiempo, Ferruccio Favretto comenzó a desarrollar otras actividades. Lechero, primero y vitivinicultor, después. En la localidad de General Enrique Godoy.

Don Favretto se convirtió en el lechero del pueblo. Su plantel compuesto por veinte vacas era uno de los más grandes de la zona. Con una ‘chata’ guiada por caballos, todas las mañanas repartía la leche a los vecinos. En archivos de la época observamos que la identificación de su ganado bovino -conocida como marca para hacienda- fue la segunda de Villa Regina. Inscripta en el año 1938.

Años más tarde, en 1935, el fundador de la bodega contrajo matrimonio con María Disiot, también italiana, proveniente de la ciudad de Partole. Luego, nacieron sus dos hijos, Juan y Adelino. Ellos fueron los artífices del crecimiento del apellido y también de la trascendencia de la bodega. Tal es así que en el ambiente valletano el emprendimiento fue rápidamente bautizado como ¨La bodega de los hermanos Favretto¨ .

En 1944 compró una chacra en Villa Regina, donde actualmente se encuentra la bodega. Ferruccio fue quien plantó los primeros barbechos de vid.

Era muy común que todos los gringos hicieran su propio vino. Anécdotas de la época, cuentan que cada colono competía con el vecino para ver cuál vino era el mejor. Rivalidad para la superación. Para esmerarse y dedicarle más ahínco a la próxima cosecha.

Como ocurre en la actualidad, recurrían a las nuevas tecnologías, buscando asesoramiento en personas que recorrían el país y el mundo, trayendo las últimas novedades. Además de sondear constantemente al consumidor en un trato personalizado. No obstante, no todos se dedicaron a la producción en gran escala; algunos chacareros circunscribieron su pasión por el vino en el consumo familiar.

Su pasión lo llevó a plantar más hectáreas. Ya el puñado de bordelesas quedaba chico, entonces en 1947 invirtió en la construcción de tres piletas de ladrillo revestidas en cemento. Una de 5000 litros -abierta- para fermentación. Y dos piletas más para conservación. Una de 6200 y otra de 6700 litros. Obra que aún se mantiene y quien visite la bodega puede apreciar. Remozadas y revestidas en ‘epoxi’, hoy siguen cumpliendo una excelente función.

Juan y Adelino continuaron el legado de su padre. La simiente que había plantado Don Ferruccio no se secó. Germinó varios años después cuando los hermanos Favretto comenzaron a ver que una damajuana vendida atraía a la otra y esta a un par más. Así, con el pasar de los años, aquel esfuerzo se transformó en logro.

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